Las redes sociales han transformado la forma en que las personas se comunican, comparten información e interactúan a escala global. Plataformas como Facebook, Twitter (ahora X) e Instagram se han convertido en parte de nuestra vida diaria, brindando espacio para la expresión personal, la construcción de comunidades e incluso el crecimiento empresarial.
Pero a pesar de todos sus beneficios, las redes sociales también son un caldo de cultivo para los ciberdelincuentes. La gran cantidad de datos personales combinada con la facilidad de acceso y el anonimato hacen que estas plataformas sean objetivos atractivos para los ciberataques. Con miles de millones de usuarios, el potencial de abuso es enorme. Y a medida que estas plataformas crecen, también lo hacen los métodos que utilizan los piratas informáticos para cometer fraude, incluido el phishing, el robo de identidad y la distribución de malware.
Este artículo detalla siete formas en que las redes sociales facilitan el cibercrimen, destaca la creciente amenaza de ataques de phishing, fraude de identidad, botnets y más, y explicaré lo que los usuarios pueden hacer para protegerse.
Más allá de los me gusta y las acciones compartidas: 7 lados oscuros de las redes sociales
acoso cibernético
El anonimato y el alcance global de las redes sociales han creado una alarmante tendencia de ciberacoso. A diferencia del acoso tradicional, el acoso cibernético se lleva a cabo detrás de una pantalla, lo que permite a los atacantes acosar, acechar, amenazar e incluso engañar a las víctimas sin confrontarlas directamente. Este comportamiento puede provocar daños mentales y emocionales graves y, en algunos casos, puede derivar en un peligro físico al exponer información personal, como la dirección de su casa.
Un ejemplo de los efectos del ciberbullying es el caso de Megan Meyer, de 13 años, quien trágicamente se suicidó luego de ser acosada continuamente en línea en MySpace por un usuario que se hacía pasar por un amigo. De manera similar, en 2020, TikTok fue criticada por tardar en responder a una campaña de ciberacoso a gran escala dirigida a los usuarios en función de su apariencia y circunstancias personales, dejando a muchas víctimas jóvenes en una crisis de salud mental.
Los ciberacosadores suelen hacerse pasar por sus objetivos y crear perfiles falsos para difundir información falsa o enviar mensajes maliciosos. Este tipo de acoso puede derivar en delitos cibernéticos más graves, como el chantaje sexual. En el chantaje sexual, las víctimas se ven obligadas a enviar imágenes o vídeos explícitos que luego se utilizan para chantajearlas.
Un ejemplo notable es el de los depredadores que se aprovechan de los adolescentes, los obligan a compartir contenido íntimo y luego les exigen dinero o los amenazan con exponerlos para obtener material aún más peligroso. El número de casos en los que esto sucede está aumentando.
Desafortunadamente, las plataformas de redes sociales suelen tener mecanismos débiles para informar y abordar estos problemas. A la policía le resulta difícil localizar a los delincuentes porque se esconden detrás de perfiles anónimos. Este anonimato alienta a los perpetradores de acoso cibernético y sextorsión a continuar con sus actividades sin mucho riesgo de ser arrestados. Si bien algunas plataformas, como Instagram y Twitter, han introducido funciones de presentación de informes y moderación de contenido, muchas víctimas se sienten inadecuadas y el problema sigue sin resolverse.
robo de identidad
Las personas pueden compartir una variedad de detalles, como nombres, fechas de nacimiento, números de teléfono, direcciones e incluso registros de ubicación, sin pensar en cómo los ciberdelincuentes podrían hacer mal uso de esos datos. Esto sucede con frecuencia. Esta información personal recopilada por los atacantes se puede utilizar para hacerse pasar por personas y cometer diversas estafas, como crear cuentas de crédito falsas, obtener préstamos e incluso presentar declaraciones de impuestos falsas en nombre de la víctima.
Por ejemplo, si un usuario publica una foto del “Jueves de retroceso” celebrando su cumpleaños número 21, puede revelar sin darse cuenta su fecha de nacimiento. Esta es información importante que, cuando se combina con otros datos, puede conducir al robo de identidad. Incluso algo tan inofensivo como publicar una foto de sus vacaciones puede enviar una señal a los delincuentes de que está fuera de casa, lo que potencialmente invita no solo al fraude en línea sino también a amenazas físicas como el robo.
Además, el peligro no se limita a la información que los usuarios comparten voluntariamente. Las propias cuentas de redes sociales pueden verse comprometidas. Los atacantes suelen apoderarse de cuentas y hacerse pasar por usuarios para engañar a amigos y seguidores. Una estafa común es enviar un mensaje directo afirmando que tiene una emergencia y exigiendo dinero. Es más fácil engañar a las personas porque los mensajes parecen provenir de una fuente confiable.
Otro riesgo importante ocurre cuando los usuarios reutilizan contraseñas en múltiples plataformas. Si un pirata informático obtiene acceso a su cuenta de redes sociales, podría usar las mismas credenciales para acceder a sus cuentas bancarias, de correo electrónico o de comercio electrónico. Este fenómeno, llamado “relleno de credenciales”, puede causar estragos en toda la vida digital de un usuario.
En resumen, el robo de identidad a través de las redes sociales no es sólo una amenaza lejana, sino un peligro muy real que se volverá más sofisticado a medida que las plataformas sociales evolucionen.
3. Difusión de malware y ransomware
Las plataformas de redes sociales se utilizan cada vez más como vectores de ataques de malware y ransomware, y los ciberdelincuentes utilizan una variedad de tácticas engañosas para explotar a los usuarios desprevenidos. Uno de los métodos más comunes es insertar enlaces falsos en publicaciones, anuncios o mensajes que parecen reales. Estos enlaces se hacen pasar por ofertas atractivas, artículos de noticias de actualidad o incluso ofertas de trabajo para atraer a los usuarios a hacer clic. Al hacer clic en el enlace, se descarga software malicioso que puede robar datos confidenciales, monitorear la actividad, cifrar archivos y activar una solicitud de ransomware para acceder a sus propios datos.
Un ejemplo notable es la “estafa de solicitud de amistad en Facebook”. Esto implica que los usuarios reciban solicitudes de amistad falsas que contienen enlaces maliciosos. Al hacer clic en el enlace se puede instalar malware en su dispositivo, lo que lleva al robo de identidad y a la apropiación de cuentas. Una vez que un ciberdelincuente se ha apoderado con éxito de una cuenta, puede enviar enlaces maliciosos a toda la lista de contactos de la víctima para difundir aún más el malware y ampliar el alcance del ataque.
Otra amenaza importante proviene de las capacidades de mensajería directa de plataformas como Instagram y Facebook. Los ciberdelincuentes a menudo comprometen cuentas legítimas, aprovechan la confianza inherente que los usuarios tienen en contactos conocidos y la utilizan para enviar enlaces maliciosos a todos sus contactos.
Particularmente problemático es que los algoritmos de las redes sociales diseñados para promover contenido atractivo pueden amplificar estos ataques sin darse cuenta. Si una publicación o anuncio que contiene un enlace malicioso recibe suficientes clics o atención, puede propagarse rápidamente entre plataformas y llegar a millones de usuarios.
4. Ataques de phishing e ingeniería social
En los ataques de phishing, los delincuentes suelen crear perfiles falsos o apoderarse de cuentas legítimas para engañar a los usuarios y conseguir que revelen información confidencial, como contraseñas, números de tarjetas de crédito o respuestas a preguntas de seguridad.
Por ejemplo, una táctica común es que un hacker se haga pasar por un amigo o colega necesitado y le pida ayuda a la víctima. Los mensajes pueden contener enlaces a sitios web falsos diseñados para capturar credenciales de inicio de sesión o alentar a las víctimas a enviar dinero creyendo que están ayudando a un amigo. Estos ataques tienen éxito porque explotan las relaciones de confianza. Esto significa que es más probable que haga clic en enlaces o comparta información que le envíen personas que conoce.
A medida que las redes sociales se integran con el correo electrónico y las notificaciones móviles, también aumentan las oportunidades para que los delincuentes lleven a cabo ataques. Los mensajes de phishing enviados a través de plataformas de redes sociales también activan notificaciones telefónicas y por correo electrónico, lo que les brinda múltiples formas de llegar a los usuarios y hace que la estafa sea más convincente. Cuantos más datos tengan acceso los ciberdelincuentes, más personalizadas, más creíbles y más probabilidades de éxito tendrán sus estafas.
5. Botnets en las redes sociales
Los ciberdelincuentes utilizan cada vez más las plataformas de redes sociales para crear e implementar botnets, redes de cuentas falsas automatizadas utilizadas para una variedad de actividades ilegales. Estas acciones incluyen la realización de ataques distribuidos de denegación de servicio (DDoS), la difusión de información errónea y la manipulación de tendencias para distorsionar la opinión pública.
Por ejemplo, las botnets suelen estar programadas para dar automáticamente me gusta a las publicaciones y seguir a los usuarios, dando la apariencia de gran popularidad y credibilidad. Esto puede hacer que su contenido parezca más confiable o más extendido de lo que realmente es, lo que influye en cómo los usuarios reales lo perciben e interactúan con él. Estas botnets también se utilizan para inundar las plataformas sociales con spam, enlaces de phishing e incluso malware, lo que dificulta que los usuarios legítimos naveguen de forma segura.
Uno de los usos más preocupantes de las botnets es durante campañas políticas y eventos globales importantes. Durante los períodos electorales, se utilizan cuentas falsas para influir en la opinión pública apoyando a un candidato en particular o difundiendo información engañosa diseñada para confundir o engañar a los votantes. Por ejemplo, las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 estuvieron marcadas por la actividad de botnets destinadas a amplificar el contenido político divisivo.
La escala de esta actividad es enorme, con millones de cuentas falsas a menudo operando simultáneamente, lo que dificulta que las plataformas de redes sociales las detecten y eliminen en tiempo real. Plataformas como Twitter y Facebook anuncian periódicamente la eliminación de cuentas falsas, pero su gran volumen dificulta su aplicación total.
Las botnets también se pueden alquilar o comprar en la web oscura. Los ciberdelincuentes pueden utilizar botnets para realizar ataques volumétricos, como inundar sitios web con tráfico o difundir contenido malicioso a escala. Esta accesibilidad convierte a las botnets en una herramienta poderosa y fácil de implementar para los piratas informáticos, lo que aumenta el potencial de que se lleven a cabo ataques cibernéticos a gran escala a través de las redes sociales.
6. Recopilación de datos para el mercado negro
Las plataformas de redes sociales son minas de oro para los piratas informáticos que buscan recopilar información personal y venderla en el mercado negro. Los piratas informáticos extraen perfiles de usuarios para recopilar datos como nombres, direcciones de correo electrónico, números de teléfono y, a veces, información financiera. Estos datos se pueden utilizar para una variedad de delitos cibernéticos, desde el robo de identidad hasta ataques dirigidos más sofisticados.
Por ejemplo, los piratas informáticos recopilan lotes de nombres de usuario y contraseñas de cuentas de redes sociales comprometidas y los venden a otros delincuentes, quienes utilizan esa información para acceder a cuentas de correo electrónico, cuentas bancarias u otros sistemas confidenciales.
Además, los corredores de datos (algunos de los cuales operan legalmente) compran y venden perfiles detallados de personas. Estos corredores explotan los datos personales recopilados de las redes sociales para proporcionar a las empresas y campañas políticas información completa sobre objetivos potenciales.
A menudo se utilizan herramientas automatizadas para estas actividades de extracción de datos. Estas herramientas escanean rápidamente una gran cantidad de perfiles de redes sociales y extraen información personal a un ritmo alarmante. Los avances en inteligencia artificial y aprendizaje automático están aumentando estos métodos de recopilación de datos. Estas tecnologías nos permiten identificar y explotar a los individuos más vulnerables con mayor precisión.
Muchos usuarios no se dan cuenta de cuánta información personal revelan sin darse cuenta en las redes sociales. Las personas a menudo no revisan su configuración de privacidad ni toman medidas para proteger sus datos, lo que hace que sus perfiles corran el riesgo de ser utilizados indebidamente.
7. Hacktivismo y ciberterrorismo
Los actores de amenazas utilizan las redes sociales para conseguir apoyo, organizar ataques y difundir mensajes de oposición. Por ejemplo, grupos hacktivistas como Anonymous utilizan plataformas como Twitter y Facebook para orquestar ataques distribuidos de denegación de servicio (DDoS) a gran escala contra sitios web y empresas gubernamentales, y para atacar la censura, el fraude corporativo y otras amenazas. el problema. En otros casos, han desfigurado sitios web o filtrado datos confidenciales para avergonzar o presionar a sus objetivos.
El ciberterrorismo, por otro lado, se caracteriza por intenciones más extremas y violentas. Las organizaciones terroristas utilizan las redes sociales para reclutar seguidores, difundir propaganda y planificar ataques. El anonimato proporcionado por estas plataformas permite a estos grupos operar con relativa libertad, lo que dificulta que las fuerzas del orden rastreen y detengan sus actividades.
deformar
Imagine un futuro en el que las interacciones en línea sean tan seguras como las interacciones fuera de línea. Esta visión es alcanzable, pero requiere la cooperación de todos los involucrados, desde los usuarios hasta los desarrolladores de plataformas. Al adoptar protocolos de seguridad avanzados, cultivar una cultura de vigilancia cibernética y actualizar continuamente sus defensas, puede cambiar el rumbo contra los adversarios digitales.
La clave para la victoria en esta batalla en curso radica en la determinación de todos nosotros de ser más astutos que quienes buscan explotar nuestras vidas en línea. El papel de las redes sociales como poderoso medio de conexión no debería estar dictado por riesgos potenciales.
En lugar de ello, aprovechemos ese poder de manera responsable y garanticemos que nuestras interacciones digitales sean seguras, informadas y resistentes a la amenaza en constante evolución del delito cibernético.
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